De Miguel Eliodoro Castillo
Rocafuerte (Provincia de Manabí, Ecuador), 24 de febrero de 1898
Señor Don Emilio Zola
Muy señor mío:
Prodigar la cooperación pública es virtud que enaltece a los pueblos, cuando ella no tiene otro fin que el lustre de su nombre, y el loable objeto de su engrandecimiento.
Convencido que una ráfaga de luz vertida en el fanal de las necesidades sociales abrillanta el sendero de la inteligencia, motor con que la humanidad arriba al pináculo de sus aspiraciones; no vacila el I. Consejo Municipal de este Cantón, en solicitar con asiduo empeño la cooperación de U. al formar una biblioteca, que así sea un recuerdo a la posteridad, como benéfica fuente en la cual libe la juventud el delicioso néctar del conocimiento y de las luces.
Yo, que inmerecidamente he sido nombrado para la creación de este templo de ilustración; nada haré si en el incensario de mi voluntad, no deposita Ud. siquiera un grano de incienso, que aromatice el camino, hoy lóbrego y sin ruta, por do avanza descarriada la inteligencia juvenil.
A Ud. me dirijo porque creo que mi voz no muera en las profundidades de la indiferencia: y convencido quedo que con su generoso óbolo, despertaré el entusiasmo de todos, a fin de que nos brinden siquiera con una obra que llene el objeto de esta invitación, y el insaciable anhelo del Ilustre Cabildo Cantonal que solo quiere el bien del pueblo al que dignamente representa.
Mía será la empresa, lo confieso; pero de Ud. y todos los que me ayuden, la gloria e inmensa gratitud con que la historia abona a los que hacen suya la faena del difícil engrandecimiento de los pueblos.
Suyo afmo. y S.S.