De José Gallardo y Guzmán

                         Aguilar de la Frontera (Córdoba), 10 de marzo de 18981

Monsieur

Je vous confirme la lettre que je vous ai écrite à l’occasion de votre procès.

Je me permets aujourd’hui de vous remettre un article2 que j’ai publié dans les journaux

 L’Union Mercantil, de Málaga

La Derecha, de Saragosse

Vous y verrez une nouvelle preuve de ma sympathie et respects envers vous et votre pays.

Agréez, Monsieur, l’assurance de ma considération distinguée.

Colección: I.T.E.M.-C.N.R.S. Centre d’études sur Zola et le Naturalisme.

1. Ver más arriba en el texto la primera carta fechada el 14 de febrero de 1898.

2. «Zola ante la opinión Universal», Sección Neutral de La Unión Mercantil de Málaga (25 de Febrero de 1898), que reproducimos aquí:

«El veredicto del Jurado de París condenando a Zola a un año de prisión y 3000 francos de multa, no ha convencido a nadie, ni creemos que a los mismos individuos del Tribunal popular que, bajo la presión del Gobierno, por una parte, y las masas inconscientes del pueblo por otro lado, se han visto precisados a imponer el máximun de la pena que el Código puede aplicar en semejantes casos.

Causa pena a todo hombre pensador que un escritor de las condiciones de carácter e independencia de Zola, no pueda emitir libremente, a fines del Siglo XIX, una opinión leal y desinteresada, sin ser atropellados en lo más caro que tiene y estima el hombre, en su libertad personal.

Y, ¿qué crimen; qué delito ha cometido Zola?

Creer en su conciencia honrada que el capitán Dreyfus es víctima de cábalas y de una política de carácter internacional; creer también que ha sido mal juzgado y que se impone la revisión de su proceso.

A esto responde el Gobierno francés con la negativa de comunicar documentos originales que se han pedido y no aparecen por ninguna parte, y las masas inconscientes aplauden esta negativa y halagando al militarismo de quien esperan mucho para la próxima revancha contra los alemanes, gritan desaforadamente:

“Viva el ejército”, “fuera la revisión”, “abajo Zola”, “mueran los judíos”.

¡Qué espectáculo tan triste nos está dando la cabeza pensadora del Universo, como llamaba Víctor Hugo al pueblo Parisien! ¡Qué aberración tan tremenda condenar a un hombre por la emisión de sus ideas y perseguir a una raza haciéndola responsable de una mala acción de un hijo suyo, aunque este hijo fuera culpable!

Y, ¿si no lo fuera?

Surge la duda, ¿por qué no se ha de hacer la luz como pide, no solamente Zola; sino eminencias de Francia y de todos los países civilizados que admiran su iniciativa y la secundan en Periódicos y Revistas?

Dice Méline, Presidente del Consejo, <…> del Siglo pasado, político reaccionario, más propio de un poder absoluto que de una República democrática, que la cuestión Zola sólo a los franceses incumbe y que por lo tanto a la nación francesa toca resolverla en el sentido de prohibir que vuelva a hablarse de la cosa juzgada, que ha condenado a un hombre, sin enseñarle las pruebas de convicción, que él no ha visto, pero que han servido de punto de partida para condenarle a la muerte civil más horrorosa que la ejecución de la misma pena de muerte, porque si hay una cosa que estime el hombre civilizado y por lo tanto bien educado es el respeto de sí mismo y la consideración de los demás. La degradación militar es el espectáculo más triste que pueda darse en una Sociedad culta e ilustrada. Y para comprenderlo bien, léase el conmovedor artículo publicado en El Liberal por el señor Sawa, testigo ocular de aquel tristísimo espectáculo.

Y la idea de un hombre, de un hermano nuestro llámese Francés, Ruso o Español, tratado ignominiosamente así, cuando surge la idea de poder ser inocente, afecta a todos los pueblos, a la humanidad entera, que protesta indignada de tales hechos. Si es culpable, bien hecha estará esa degradación, que pugna sin embargo con el espíritu de la época, que tiende a disminuir el castigo y torturas morales del condenado. Pero, cabiendo dudas, exclamaremos, ¿quién subsanaría a ese infeliz esas afrentas realizadas al frente de un ejército de 30.000 hombres y de un pueblo que se tiene por el más adelantado y civilizado del mundo?

Zola al ver las angustias de una familia atribulada; al ver el llanto de una viuda civil y de un huérfano, a quien puede alcanzar algún día la infamia del nombre del padre, ha querido cerciorarse, ha querido inquirir la verdad de esta condena, pidiendo luz, diafanidad y en vez de concedérselo, se ha contestado con órdenes severas mandando enmudecer a esos oficiales que con sus declaraciones, han podido arrojar mucha claridad en el proceso, si se les hubiese permitido contestar a las preguntas de Zola y de su abogado.

Pero de Real Orden, como decimos por acá, se les manda cerrar la boca y al cumplir este mandato que les convierte de personas en cosas, el público asiente y grita desaforadamente, a pesar de que le privan del más sagrado de los derechos, el de petición, “Viva el ejército”, “muera Zola”, y todo el mundo se da por convencido.

¡Qué espectáculo tan triste nos da el pueblo Francés, si, como punto de partida para otros fines, comete tal iniquidad!

Y en el fondo de este cuadro triste, doloroso, los hombres imparciales, alguno como yo nada afecto por cierto a la raza semítica, como lo he demostrado en mi última obra publicada en este periódico, El Castillo de Montilla, debemos esperar que la buena fe de Zola, sus ideas humanitarias y el deseo de inquirir la verdad, serán motivos para que algún día el pueblo Francés modifique sus juicios y vuelva por su prestigio que obscurecen los principios gloriosos proclamados en su gran Revolución, principios que están reconocidos y adoptados por todos los países civilizados.

Así lo esperamos de la cultura del pueblo Francés».- José Gallardo y Guzmán.

Aguilar 25 Febrero 1898.