De Agustín Llaca

México (Méjico), 25 de febrero de 1898

Señor Don Emilio Zola

Muy Señor mío

Nunca hubiera tenido ocasión de dirigir a Ud. mis humildes letras, si no se hubieran desarrollado los acontecimientos que han dado lugar a que recaiga una sentencia condenatoria en contra de Ud. pues las penas que a Ud. afligen y el valor con que ha luchado para contrarrestar el huracán de los ánimos exaltados que por momentos se esperaba la hicieran desaparecer, me alientan a dirigir a Ud. la presente sin temor de una crítica, para manifestarle el pesar que me causa el que halla Ud. salido sentenciado y a la vez mi admiración por su talento y energía con que ha defendido una causa que justa o injusta ha sostenido Ud. con valor y decisión y en la cual no se ha dicho la última palabra pues si Ud. no consigue que el Sol de la verdad brille sobre su frente, entonces hay que dejar que falle ese severo Juez que se llama Historia para que lo coloque en el lugar que le corresponde, pues si Ud. se ha equivocada habrá quien admire su talento, su valor y su energía pero si es por el contrario habrá conquistado Ud. un nombre glorioso para su Patria.

Me ofrezco de Ud. su Afmo. Atto. y S.S.

[Palma número 2 – Apartado 244]