
De Antonio Aguilar y García
Madrid, 12 de febrero de 18981
Mr. Emilio Zola
Mi distinguido señor:
El ejemplo que da V. a la humanidad, defendiendo valientemente la causa de la justicia, y arrastrando persecuciones, en un periodo en el cual nuestras sociedades decadentes necesitan regeneración pronta, es de los más meritorios en la historia contemporánea.
Nosotros, los españoles, a la vez que amamos a Francia entrañablemente, sabemos respetar cuanto corresponde a lo que, en las relaciones de los pueblos, se considera la vida privada; más, por encima de una razón de Estado, y a más altura que las conveniencias de momentos, se hallan los inmutables principios de la moral y de la justicia, verbo de salvación para cuantos hombres comulguen en la Iglesia de la honradez.
Bastárame el dictado de mi conciencia honrada, para enviar a V., señor mío, el testimonio de una felicitación, si muy humilde, porque de mí procede, muy entusiástica, porque de ardentísima devoción es signo. Mas, aparte de esto, quien, como yo, se ha apartado voluntariamente de la magistratura, con la que tuve la honra de investirme durante algunos años, y ha comprometido su porvenir, por considerar que los Tribunales faltos de independencia empequeñecen los pueblos y pugnan con la rectitud y con las convicciones del magistrado, tiene títulos suficientes para rendir su homenaje a V., en los actuales momentos, y aun a hacerlo se halla obligado de especial modo.
Precisamente, sobre la mesa tengo, aún no enjutas, las últimas cuartillas de un libro que titulo El Poder judicial2, en las cuales, refiriéndome a la sentencia contra Cristo, acabo de escribir lo siguiente:
«¡Tales manifestaciones del Poder conocemos hoy, y de tal modo, con tal exactitud y con tal frecuencia, reproducciones del Calvario, que aquellos jueces deicidas casi nos son familiares!»
Aquí, en España3, abogo cuanto puedo, en conferencias, en artículos y en libros, por la constitución de un Poder judicial, que sea garantía de nuestras libertades y digno contra los desafueros del absorbente y tiránico Poder ejecutivo. Quizás, en Francia, no fuera baldía la discusión de tendencia semejante.
Reitero a V. mis felicitaciones por haber conseguido, con un solo acto, lo que imposible parecía; sobrepujar sus ya ganados triunfos.
Me honro, señor mío, presentado a V. el testimonio de mi consideración muy distinguida y de mi admiración devotísima.
Colección: I.T.E.M.-C.N.R.S. Centre d’études sur Zola et le Naturalisme.
1. Membrete: «Antonio Aguilar y García. Abogado. Principe, 27, 2º izqda. Madrid».
2. No tenemos datos de que el libro llegara a ser editado. 3. El 12 de febrero Clarín dio un «Palique» sobre Zola en el Madrid Cómico. Ese mismo día en El Globo apareció «El proceso de M. Émile Zola», de la pluma de A. Sea.