De Gabriel Olcina

                                                Alpera (Albacete), 21 de enero de 18981 

Sr. D. Emilio Zola

Muy distinguido señor mío: cuarenta y tres años tenía yo, cuando leí por primera vez una producción de V., y fue tal el entusiasmo que en mí produjo que resolví aprender a leer en francés y traducirlo para poder leer sus grandes obras, a las que dedico un par de horas diarias que me quedan libres, pues generalmente estoy por el día en el campo a la vista de los trabajos agrícolas, en donde leo los periódicos españoles, para poder leer por las noches los libros de V. en casa.

Grande, muy grande, me ha parecido V. desde que comencé a leer sus obras, tan grande que en las conversaciones con mis amigos, siempre le apellido El Cervantes francés; pero nunca me ha parecido V. tan grande como me parece ahora, pues lo encuentro a V. sublime defendiendo una causa (que en la conciencia de V. le parece justa) contra la opinión de Francia entera, sin temor a perder la gran popularidad que a tanta costa ha adquirido, y no puedo resistir el deseo que tengo de felicitarle por si esto puede servir de consuelo al grande hombre a quien tanto admiro. Poquísimo valgo, pero no dude que soy hombre de corazón y lo poco que tenga y valiese lo pongo a su disposición.

Si está V. molesto en Francia, mientras dure este estado inconcebible para mí en el pueblo francés, la mayor honra y alegría que pudiera yo recibir en mi vida, es teniendo a V. y su familia en mi casa que es muy grande; y aunque mi cocina es modesta, mi cocinera dirigida por mi esposa e hija haría prodigios para aproximarse a la cocina francesa; y este pueblo estaría de fiesta si durase un año su estancia en ésta, como si durase toda la vida.

Crea V. señor, que en España se le ama a V. tanto como se ama a nuestros grandes hombres.

No sólo por la conducta que con V. observa la juventud escolar, sino porque siempre he juzgado a Francia y sobre todo París, el pueblo más ilustrado del mundo, siento un dolor en mi alma, pues París mirado desde aquí en estos días de locura parece un pueblo que ha llegado a la cúspide de la civilización y de pronto viene una reacción que lo pone al nivel de los pueblos de Turquía.

Si Francia y sobre todo París es el pueblo a quien nos complacemos en querer copiar y seguir sus inspiraciones todos los pueblos de raza latina, ¿cómo hemos de ver sin pena su conducta actual (y por la juventud que mañana ha de dirigir los destinos de esa gran nación) insultando a diario a su más grande figura, ¡y en qué ocasión! En el instante en que esta gran figura cumple uno de sus más grandes destinos sobre la tierra; el defender a un inocente?

Quiera Dios que pronto vuelva Francia en sí, y ocupe el puesto que tanto tiempo ha ocupado al frente de nuestra raza latina. ¿Será verdad lo que dicen nuestros enemigos los Germanos, que la raza latina está en decadencia y por lo tanto próxima a su ocaso?; yo no lo puedo creer; pero francamente, cuando veo cosas como las que estamos viendo en los principales pueblos de la principal nación, de la más culta de nuestra raza, mi tristeza es infinita y dudo. Que París, Burdeos, Marsella y los pueblos principales de Francia se ocupen ahora de lo que se ocupaban los frailes españoles del siglo XVI, es vergonzoso; y con razón los teutones se alegran afirmándose más en la decadencia de raza de sus enemigos.

Dispénseme señor el cansancio que le produzca la lectura de mi mal escrita carta; y crea que el que la escribe le ama como ama a la memoria de Miguel Cervantes.

No soy más que un modesto propietario y agricultor, pero cuanto soy y cuanto valgo, está a la disposición de V.

No le he escrito en Francés porque escribo muchísimo peor que en español.

Proyecto viajar a París, si no antes para 1900, y una de mis ilusiones es conocer personalmente (aunque sea sin presentarme a su presencia) al gran hombre que tanto admira…2

Colección: I.T.E.M.-C.N.R.S. Centre d’études sur Zola et le Naturalisme.

1. De Gabriel Olcina sabemos por la memoria de algunos habitantes de Alpera que se ocupaba de sus propiedades rústicas, haciendo a la vez las funciones de maestro de escuela.

2. El 21 de enero, Belhomme, Varinard y Couard, los tres expertos encargados de aportar pruebas caligráficas, emprenden contra Zola un proceso por difamación a raíz del «J’accuse».