Acabábamos de almorzar lechuga, remolacha, arroz blanco con frijoles caldosos chorreando por encima, y un jugo de uva gostosa, como diría Antonio Donizeti da Cruz. Nos dirigíamos al aula para impartir la última tarde de clase en Unioeste; íbamos ya como quien se despide, en puntitas de ballet sobre nuevos proyectos. En esto que entramos por la puerta de atrás, alguien nos para, presentaciones, amabilidades, y nos invitan a cruzar la puerta que está justamente a nuestra izquierda y tomar un chá. No entramos al bar, ni a un despacho… era la fragua de Cradir; reinaba allí sobre tres ollas de veinte litros, rodeada de una arboleda de termos que distribuía en diosa, cambiándolos de un lado a otro, con la ciencia que sólo ella conocía. Llegaban allí algunos iniciados de los diferentes servicios administrativos, cogían sus dos termos –té y café-; la «druidesa», matrona de cara ancha, la sonrisa permanentemente instalada bajo un moño tirante, el vapor besando su garganta redonda y los hombros rotundos, dando indicaciones con livianos gestos a quienes se le acercan, controla el hervor de su fuente, velazquiana en su oficio, con una desprendida mirada posa en una foto para mí y vuelve a lo suyo mientras termino mi té.
Frente al último sol, un perro negro descansa bajo un lapacho rosa; y Auri me ha enviado una foto de Omar recostado a sus pies, el hocico rozando su peluche. Me quedo tranquila.
Nos queda por delante el fin de semana de la Virgen de Agosto. Hasta volver al trabajo nos vamos al encuentro de las tres fronteras. El paseo por La Costanera no es para turistas. La llegada del Iguazú al cauce del Paraná es un acto lento, primitivo; primero arrimándose, como parado; las aguas de uno parecen paradas esperando el momento del otro, luego dubitativas se unen para fluir acompasadas unos metros, justo el tiempo de mezclarse, de espesar para aunar el paso. La luz también ha venido a acostarse en La Costanera; se echa sobre la selva del Paraguay, y, oscureciendo ya, subo con Clementina el camino que corre hacia la selva Yryapú.
Allí nos encontramos a Marisel y Lucio, regentan el restaurante de un hotel sencillo, donde el lujo viene de fuera, la selva entra en una habitación de grandes ventanales. Bajamos con nuestro ordenador y un cuaderno, y nos sentamos en una mesa más exterior y alejada; hay un señor cantando, parece que pretenden montar una «cena show» y nosotras no estamos muy por la labor. La guitarra de aquel artista nos gusta, desconectamos a ratos de la pantalla para mecernos con sus estrofas; pero la música es igual que el Iguazú y comienzas discretamente a mecer el cuerpo. A mitad de una canción, cuando Héctor, el cantante, estaba pronunciado eso de «olvidarte es más difícil que comprar la Tour Eiffel» salió Lucio de su cocina, se puso a cantar. Nosotras cerramos el ordenador, nos cantaron «tus ojos de gata», «me olvidé de vivir», «más allá del mar habrá un lugar», «tu nombre me sabe a hierba»… así que casi nos dedicaron la noche pronunciando España en inesperados gorgoritos. Se lo agradecí a Maricel, a su hablar bondadoso, pero no le dije que en medio de aquellas mesas tan blancamente preparadas, de ese eco a verbena de mi pueblo, cuando vi la sonrisa cómplice con que ella cuidó a Lucio toda la noche y cuando él se acercó el micro para lanzarle «voy a comerte el corazón a besos»; se me agarró un picor y un aleteo en las narices que intenté torpemente controlar, procurando pasar el gesto disimulado se me escaparon las lágrimas que había querido evitar, bajé la cabeza, agarré la cerveza de medio litro a la que ellos me habían invitado, doblé la cabeza hacia atrás todo lo que pude para beber e intentar sorber mi emoción.
what a wonderful writing style….
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Maravilloso el relato de este día, como bien dices.. el Día de la Virgen de Agosto.
Leerte es como vivir contigo esos viajes…me ha emocionado especialmente la parte final… a mi también se me ha escapado una lágrima…
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hola Encarnacion muchas gracias por su hermoso comentario nos llena el corazón de alegria saber que le gusto todo y que se acordo de nosotros
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Simplemente bello el texto amiga Encarna..Tambien tu estas bellisima y encantadora a orillas del rio Parana segun entiendo no lejos de mi pais el Paraguay. ,
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